martes, 20 de enero de 2009

¿Para qué?

Despertar para dejar de soñar,
dejar de soñar para actuar,
actuar para avanzar,
avanzar para lograr,
lograr para tener,
tener para sentir,
sentir para vivir,
vivir para soñar.

Y volver a despertar.

Una botella de cerveza

El sábado pasado me encontraba en casa del buen gordo Bronx, tuvimos una buena tarde. Ya después de unos cuantos tragos las conversaciones empezaron a bajar de volumen.
De pronto me quedé sola en una mesa, sentada frente a la botella de cerveza que estaba tomando. No me importó no tener una conversación con alguien mas, me gusta mucho pensar y estar sola. Me tomé lentamente aquel líquido amargo que tanto me gusta, hasta la última gota. Me paré y fui por otra botella. Al sentarme de nuevo tomé las dos botellas con mis manos, la llena y la vacía. En ese momento se me ocurrió escribir a cerca de esto, no se si sea relevante o no pero sostengo que nuestros pensamientos caben en cualquier espacio.
¿Qué es una botella? ¿Que es ese líquido ámbar que la llena? No me quiero detener en la simple explicación de que una botella es un envase de vidrio y su contenido es el resultado de un largo proceso de fermentación. ¿Qué es realmente? El contenedor de miles de penas o de incontenibles alegrías, o tan solo el reposo de la mente.
¿Qué significa para nosotros?
Celebración, desgracia, riqueza, miseria, dicha…venganza. Historias en una vieja cantina.
A veces es amargo, a veces es dulce.
A veces es fuerte y otras muy suave.
Su deseo surge de un simple gusto o de la más mortífera adicción.

La simple idea me exaltó, ¿cómo se sentiría provocar tantos y diversos sentimientos en la gente?

lunes, 12 de enero de 2009

La verdadera crisis

La incompetencia.

“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.

Quien supera se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más los problemas que las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos nuestro talento y nuestras habilidades para encontrar las soluciones. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”


Albert Einstein

Totalmente cierto, en mi opinión, es la incompetencia lo que nos reserva de seguir adelante, es esa crisis que nos impide crecer y superarnos, no solo como personas, si no en un gobierno, en una institución.
Aquella persona que se encuentre en una crisis parecida, creo que no tiene aún algo que lo aliente a vivir cada día, se convierte en una rutina sin sentido.

domingo, 11 de enero de 2009

Brinqué y caí

Brinqué y caí. Mi cabeza daba vueltas, era tan normal ya, esa sensación.
Brinqué mil veces más y caí.
El fondo era negro, húmedo. Me encontraba tendida en el suelo, no sentía ni mis manos, ni mis pies, ni mi cara, todo se confundía, como si mi cuerpo y el fondo fueran uno mismo. No me molesté en tratar de pararme, hace mucho me había resignado completamente al seguir viviendo, no recordaba nada de lo que había pasado, tampoco sabía cual era aquel lugar. Sabía que no había luz, sin embargo no me atreví a abrir los ojos. Tenía frío, mucho frío.
-¿En donde estoy?- pregunté en voz alta. Nadie contestó.
-¿Por qué estoy aquí?- nada.
De pronto sentí una brisa cálida, seguida de una muy gélida.
Estás sola.
He estado sola desde hace mucho tiempo. No es cierto. Claro que sí. Estas equivocada. Nunca escuchaste a nadie. No tienen por qué ayudarme, no lo merezco. Ellos te querían ayudar. ¿Para qué? Nada se puede hacer ya. ¿En donde crees que estás? No lo sé ¿muerta? Ojala estuviera muerta.

Me quedé tumbada largo tiempo, el dolor empezó a comer cada parte de mi cuerpo. No era como cualquier dolor, éste no se podía ignorar, como cualquier otro que sufría todos los días. Empecé a sentir mis piernas y mis brazos, me dolían. La cara, todo dolía.

Tus papás ¿te quieren mucho sabes? Te necesitan, tus hermanos, te necesitan, tus amigos, te necesitan. A todos los olvidaste. ¿O que se te olvidó como vivir? ¿Dónde están todos esos recuerdos? El cielo azul, los rojizos atardeceres, el viento en tu cara, la exquisitita música de la risa.
Lloraba.
Los besos, las caricias.
Lloraba.
El pasto verde, el calor de sol.
Lloraba.
Las sonrisas.
¿Por qué intentas ayudarme? Porque la vida puede empezar de nuevo.

Toqué mi cara, estaba húmeda, lastimada. Traté de secar las lágrimas. Recordé.
El día estaba soleado, el sol no me calentaba. Caminé hasta no sentir los pies.
Caminé hasta llegar a un lugar que llamaba “mi guarida”, donde nada ni nadie perturbaba mis pensamientos, aunque estos no fueran los más bellos.
Me senté ahí toda la tarde, pensando en todo lo que había desperdiciado.
Contemplé el viejo acantilado, ahora lo veía como mi mejor amigo.

¿Por qué comenzar de nuevo?
Por tu familia, por tus amigos, por el arte, por la música, por el mundo.
Por ti.

Escuché una voz apagada, no podía entender lo que decía. Es hora de brincar una vez más. ¿Brincar? ¿Hacia donde?
Hacia la vida.

Abrí los ojos por primera vez. Todo era una combinación de nuevos matices, blanco, azul. Una gran luz me cegaba.
Parpadeé unos instantes, hasta que todo pareció estar claro, había brincado, caí.
Estaba viva. Sonreí.


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Stalin y la Divina Comedia.

Con estrépito y chirridos un telón de hierro desciende sobre la historia rusa.
"La función ha terminado"
El público se puso en pie.
"Pónganse los abrigos de piel y váyanse a casa"

Miraron alrededor, pero resultó que no había abrigos de piel,
ni tampoco casas.

Stalin y la Divina Comedia.

El Quijote.

No nos pudo nuestra fortuna poner en mejor estado que en esperaza de honrada muerte o gloriosa fama.