domingo, 25 de octubre de 2009

Una película mixta sin clasificación.

Todavía faltan algunos tragos. ¡La luna se empezó a poner rosa! Vayamos rápido que la noche es corta en instantes de luz que parpadean como una mariposa sube y baja revoloteando y vuelta corazón de un hombre sin dolor que viene y va en una vida sin razón cómo la de una libélula morada con rojo cuando amanece se refleja y ve y escucha la canción de la ciudad que nunca duerme ni se puede esconder cuando tiene miedo y cuando corre por el parque en el universo de color leopardo corre sin parar en una velocidad infinita sin mirar atrás porque el tiempo fluye como el agua turbia ahora clara en momentos que pasan brincando y jugando en un terraplén alto tan alto que alcanza a hablar con el viento y cuenta los secretos de dos amantes de papel. Todavía queda un trago. ¡El árbol cambia de color a morado y azul! Deja de correr por un instante y déjate acariciar por la brisa que refresca con menta y hierba buena cerrando los ojos despeinando tu pelo y perfumándote de espuma de mar que cuenta una y mil historias de piratas enamorados de una botella de ron que siente y se atormenta con la marea de una tormenta que sopla y trae tres flechas negras con naranja dulce de temporada cuando las abejas se acercan y zumban bailando un walz de electrónica combinación por el músico y su enigmático violín de nubes que cambian de forma cada seis segundos que parpadean los ojos turquesa de la princesa atrapada en la torre del faro que ilumina el cuarto del niño sin sueño soñando despierto en paletas y jardines de azúcar.
Se acabó el trago. ¡Fantástica maravilla cambiante de sintonías de radio volador! Acércate sólo un poco más y despacio hazme estallar en un cielo de quince de septiembre con colores contrastantes con la obscuridad brillante de un sol sin mañana cálida de serpientes platicadoras y risueñas sin preocupación religiosa tardía en un coche a mil por hora con destino a la cazuela debajo de un arco iris sin lluvia que no cae gota por gota en una jarra de agua de limón agrio que amarra la lengua que besa una boca cantando al quinto kilómetro sin aliento y ganas de seguir corriendo y sudando en una playera color flash que sale por la cámara Kodak capturando un momento de emoción y llanto ansioso.
Tiro el envase al suelo y se rompe en añicos. ¡Vaya corazón que palpita en un paradigma de palabras y clave de sol!