domingo, 12 de abril de 2009

Tarde que pinta la playa de colores que me pinta a mi de gris.

Levanté la mirada, todo estaba en tonos naranjas, rosas y rojos, hacía mucho calor, baje la mirada otra vez y la luz de colores se reflejaba en la playa.
Seguí caminando, pensaba en lo hermoso del paisaje y cómo este se burlaba de mí y de lo irónica que es la naturaleza con el hombre. La tarde se vestía de fiesta y romance cuando yo no me podía quitar de la cabeza soledad y vergüenza. Paré y miré hacia el mar, éste reflejaba los destellos del cielo recordándome lo grande y vasto que era cuando yo no me podía sentir más pequeña e insignificante. El viento despeinaba mi pelo haciéndome caer en cuenta que lo que se despeinaba era mi mente, todo estaba invertido. Contrastaba con aquel paraje de luz y sol.
Tenía la vista perdida en el mar pensando en el por qué. Hace unos días había tenido la oportunidad de saber lo que pasaba pero no me atreví a preguntar… no me atreví a enfrentarme una vez mas con las únicas armas que poseo, mis sentimientos.
Ahora me encontraba sola y con miedo de hablarle, sintiéndome absolutamente estúpida.
Una voz me llamó, reaccioné, sonreí como siempre hago disfrazando aquellos sentimientos (como suelo hacer a menudo) y seguí caminando, no estaba sola y a pesar de eso, me seguía sintiendo insignificante. El calor me fastidió y terminamos por tirarnos al agua, les seguí la corriente y empecé a reír y juguetear con mis amigos, pretendiendo que nada había pasado, que después de todo yo seguía igual y feliz como siempre. Engañándome a mi misma. Y en el horizonte, la tarde vestida de fiesta y romance, no paraba de burlarse de mí.